Ha pasado ya mucho tiempo desde la última vez que escribiera en ésta especie de cuaderno de bitácora del guerrero y del artista marcial, se hace difícil hacerlo en ciertos momentos de la vida, momentos que te golpean de manera implacable y que te dejan una huella imposible de borrar. Lo cierto es que ha sido mucho lo que he pensado a la hora de tratar de trasladar mis recientes experiencias a las líneas de éste blog y, sinceramente, no encuentro palabras. Tal vez una serie de tópicos inconexos, fruto del dolor, la rabia y la incertidumbre. Conceptos que por más años que se tengan menos comprensibles se hacen a ojos del espíritu. Y lo cierto es que perder a un ser querido puede ser el mejor argumento que recibamos por parte de la vida para aprender a apreciarla sinceramente, a ella y a todo lo que nos envuelve. No obstante, es tanto lo que hay dentro, que el nudo en la garganta se hace inevitable, como el guardián callado que te juzga con su mirada, obligándote a que cada gesto, cada palabra, cada respiración se vuelvan angustiosas y harto difíciles de expresar.
La vida nos golpea, y esa es la verdadera batalla de cualquier guerrero, nosotros no luchamos para vencer una sencilla pelea, para nosotros el combate es una forma de comunicarnos con el mundo, de expresar cosas que están dentro de nuestra alma allá dónde no llegan nuestras palabras. Nuestro auténtico fin es el de alcanzar el saber de la vida, su verdadera esencia, su energía, su magia, el gran poder de las cosas sencillas. Lanzamos cada golpe porque nos comunicamos así con ella, nos levantamos cada vez porque así le hacemos entender lo mucho que comprendemos lo importante que es su mensaje, alzamos el puño para proteger aquello que realmente vale la pena, aquello que amamos y que atesoramos. Peleamos con nuestro espíritu para que la vida nos ofrezca a través de sus pequeños regalos, el respeto y la paz que tanto ansiamos. Golpe tras golpe y tras golpe aprendemos que no importa quien sea el último que quede en pie, sino que siempre logremos volver a alzarnos. Tal vez nos cueste más o menos tiempo, a veces tiramos la toalla y nos hundimos de rodillas en el barro, nadie dijo que fuera a ser fácil, pero sea como sea, al final, agotados y cansados, nos levantaremos siempre más fuertes, más sabios y tal vez, sólo tal vez, cuando venga el próximo golpe, estemos preparados.
Para terminar, quisiera citar al autor John Bunyan, cuyas palabras me han llegado muy adentro, tal vez a través de ellas pueda transmitir aquello que ahora mismo soy incapaz de transmitir con mis puños.
"Aún cuando haya pasado por todo lo que pasé, no me arrepiento de los problemas en que me metí, porque fueron ellos los que me condujeron hasta dónde deseé llegar. Ahora, todo lo que tengo es esta espada y la entrego a cualquiera que desee seguir su peregrinación. Llevo conmigo las marcas y las cicatrices de los combates; ellas son testimonio de lo que viví, y recompensas de lo que conquisté.
Son estas marcas y cicatrices queridas las que me abrirán las puertas del paraíso. Hubo una época en la que viví escuchando historias de hazañas. Hubo otras épocas en las que viví simplemente porque necesitaba vivir. Pero ahora vivo porque soy un guerrero y porque quiero un día estar en la compañía de aquello por quien tanto luché."
Va por ti Abuelo, descansa, ahora nos toca a nosotros seguir el dialogo que tu empezaste.
Fundador de la Academia para el estudio y la Práctica de las Artes Marciales Kwoon Ryû
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