Hay muchos significados en lo que al término Kung Fu se refiere, para algunos estudiosos de la cultura y la historia china podría traducirse como “el camino del puño en libertad”, para otros simboliza una idea abstracta y no un concepto claro y especifico en la cual se observa como “la búsqueda de un instante preciso en el cual se unen los mundos espiritual, físico y mental para alcanzar lo divino”, otros simplemente lo traducirían como “una forma de protección y ataque”, pero creo que de todas las definiciones o posibles traducciones la más fiel a la realidad sería la de “habilidad adquirida con gran trabajo y esfuerzo” o sencillamente perfección en algo.
Se tiene referencias del Kung Fu desde mucho antes que nosotros, los occidentales, aprendiéramos conceptos básicos como las matemáticas. Las primeras noticias del “wu-shu” se remontan al año 2700 a.C. cuando un emperador conocido como el Emperador Amarillo venció en una importante batalla gracias al chiou-ti, un tipo particular de Kung Fu. Se conoce también que en el año 190 a.C. hubo un gran médico de conocimientos legendarios que creó una disciplina de ejercicios ideados para curar y basados en la naturaleza y principalmente en cinco animales (oso, tigre, mono, ciervo y grulla), esta disciplina asentó las bases para lo que hoy en día conocemos cómo Chi Kung, conocido también como “teoría de las energías internas”. También se habla de un primer sistema de combate en el año 200 d.C. denominado “combate de mano larga”. Pero no fue hasta el año 500 d.C. que nacería la verdadera historia y leyenda de lo que sería el auténtico Kung Fu, cuando llegaría a China un monje proveniente de la India conocido como Bodhidarma. La misión de éste monje era llevar a China los preceptos del budismo a través de los “sutras” o sagradas escrituras. Al llegar a China fue a parar a la provincia de Henan, en la zona sur, dónde encontró un pequeño templo dedicado a la oración. En vistas de ser un buen lugar dónde comenzar, Bodhidarma se estableció allí y enseñó a sus primeros 8 discípulos las enseñanzas de Buda, ideando también una nueva forma de meditación en movimiento a través de la disciplina para acabar estableciendo las bases del Kung Fu que aún se conservan en ese antiguo monasterio: Shaolin Shi. Fueron precisamente los monjes de este monasterio los que hicieron legendaria a esta arte marcial, combatiendo contra los mongoles, luchando por la libertad y defendiendo sus templos.
De esta base derivaron montones de estilos y escuelas con diferentes filosofías y formas de ver las artes de combate que se suelen clasificar a partir de dos procedencias muy claras:
- Estilos del Sur: considerados los clásicos y más antiguos, se caracterizan por el predominio de bases sólidas y muy marcadas construidas a partir de las experiencias sacadas por los monjes de la misma naturaleza, los elementos y los animales y seres vivos. Son poco espectaculares en el sentido de exhibición pero por el contrario son muy efectivos marcialmente. Se pueden reconocer por el uso de técnicas de mano vacía que imitan a los animales (tigre, serpiente, grulla, pantera, mantis, dragón, elefante) y por ser de carácter un poco más cerrado y abierto, sin complicadas cabriolas y con golpes directos.
- Estilos del Norte: son estilos que debido a su antigüedad en comparación con los del Sur son considerados más nuevos, no obstante existen estilos del Norte con más de 1000 años de antigüedad. Estos también basan sus técnicas en la naturaleza pero se trata de estilos más “abiertos” capaces de sorprender al adversario con saltos mortales y golpes casi imposibles. Son los más asombrosos de ver en exhibición y han sabido adaptar antiguos estilos a las necesidades de cada época, pues se trata de un estilo que hasta hace bien poco se encontraba en constante evolución.